lunes, 26 de noviembre de 2012

LECTIO BREVIS 2012-2013 / LA UCAB Y EL PAÍS COMO DESAFÍO


LA UCAB Y EL PAÍS COMO DESAFÍO
El pasado 7 de octubre el país concurrió masivamente a las mesas electorales para
manifestar su voluntad sobre quién, entre los dos principales candidatos en
competencia, debería conducir al país como Presidente de la República. Hugo Chávez
Frías resultó electo para su tercer período presidencial con algo más de 8 millones de
votos. Henrique Capriles Radonski obtuvo casi 6 millones y medio de votos.
Se enfrentaban dos corrientes políticas, dos visiones de país, dos tipos de liderazgo. Se
jugaba la continuidad en el gobierno o el fin temporal de un proyecto que arrancó en
diciembre de 1998. Ambas posibilidades movilizaron una campaña electoral que
quedará para la historia por el entusiasmo vivido, las voluntades que movilizó y las
pasiones que desató.

Con rigor profesional, la Ucab, a través de un destacado equipo de especialistas,
desarrolló un minucioso monitoreo de todo este proceso, produciendo información y
análisis al servicio de una competencia electoral justa, institucional y transparente.
Nuestros estudios contribuyeron al debate de ideas y a la estimación de escenarios
para orientar expectativas y acciones en las instituciones, la ciudadanía y los partidos
políticos. Siempre nos preocupamos por contribuir al desarrollo de una contienda
electoral respetuosa y constructiva, cuyo desenlace se produjera en paz. En su
momento alertamos sobre los desequilibrios que observábamos y contribuimos
también a despejar rumores y fantasmas que atentaban contra la participación
ciudadana.

Ustedes estudiantes jugaron un papel protagónico. Desde comienzos de este año
impulsaron iniciativas como el debate electoral entre los participantes a las elecciones
primarias de la oposición. Inmediatamente después, junto a jóvenes de otras
universidades, desarrollaron una intensa campaña nacional para promover que los
nuevos votantes se inscribieran en el Registro Electoral. Este esfuerzo se vio
compensado con la incorporación de 1.360.598 nuevos inscritos. El 85% de ese total
fueron jóvenes entre 18 y 25 años. De esta manera, se aumentó a un 23% el
porcentaje de votantes en este rango de edad que participarían en las elecciones de
octubre 2012. Los resultados electorales del pasado 7 de octubre señalan la
importancia de ese esfuerzo.

Pero, además, ustedes jóvenes también jugaron un papel muy importante con su
participación como activistas y/o como testigos y observadores del proceso electoral
de octubre. Ciertamente que la presencia de ustedes marcó esta campaña electoral y
el 7 de octubre pasado, imprimiéndole esa alegría y entusiasmo particular que sólo
ustedes saben brindar.

El país como exigencia
Los acontecimientos políticos recientemente vividos ponen delante de nosotros, como
ucabistas comprometidos desde nuestra identidad cristiana con las tristezas y angustias, los gozos y esperanzas de nuestro pueblo, exigencias y retos muy importantes. Los próximos eventos electorales, que se desarrollarán en diciembre de
este año y en abril del año próximo, seguirán ampliado la lista de desafíos a enfrentar.
Nuestra primera tarea es comprender este país. No contentarnos con el eslogan fácil,
la descalificación de quiénes no piensan como nosotros, darle la espalda a quienes
optaron por otra opción distinta a la que me puede parecer más lúcida y racional. Hay
que saber leer lo ocurrido, dejarnos interpelar y tratar de encontrar respuestas
acertadas. Para ello es necesario que pongamos a valer nuestro carácter universitario,
nuestra experticia académica, los saberes de nuestros centros e institutos, para
indagar, conocer y aprender; y, por supuesto, para acertar en nuestra misión al servicio
de la orientación de la vida nacional.

Desde esta perspectiva, nuestra tarea universitaria cobra una motivación y una
relevancia especial. Tenemos delante de nosotros una oportunidad excelente para
ejercitar el intelecto y la luz de la razón, para producir conocimiento que nos permita
comprender para aportar. Estamos delante de un gran desafío intelectual en las áreas
de la antropología y la psicología social, la sociología política, la economía, los procesos
de comunicación, etc. Se trata, como ya dije, de aprender para aportar a la
construcción de la patria, sometida a tantas contradicciones y problemas, que sufre y
espera en medio de sus paradojas y laberintos.

La universidad al servicio de la innovación social

Fernando Reimers, reconocido investigador de la universidad de Harvard, sostiene que
la universidad del siglo XXI ha de caracterizarse en formar a sus estudiantes en
permanentes innovadores sociales, en líderes con capacidad y motivación para incidir
en los grandes problemas que enfrenta su entorno, haciéndolos suyos y
enfrentándoles con creatividad y audacia. Mal cumpliríamos nuestro papel si como
dijo hace tiempo entre nosotros el P. Ugalde, ex rector de esta universidad,
formáramos profesionales exitosos para sociedades fracasadas. Si nos cerramos al
mundo exterior y nos concentráramos en formar profesionales de espaldas al país que
vivimos, será ese el resultado. No, nuestra misión es formar para transformar a
Venezuela, para reinventar este país desde las posibilidades que nos ofrece el siglo XXI.

Eso requiere formar un carácter y talante especial, con espíritu de apertura y
compromiso, creativos, con capacidad para investigar y aprender constantemente. Con
excelencia académica, en comunicación con el mundo académico universal, con la
empresa, con las organizaciones sociales y con el mundo de la cultura en general, con
capacidad para hacer uso de los permanentes avances tecnológicos. Esta misión
requiere que nuestro sistema de docencia y gestión universitaria promuevan el espíritu
de permanente innovación, convirtiéndose el ejemplo de sus docentes en un incentivo
constante.

Fortalecer nuestro talante de innovadores sociales requiere que estemos muy insertos
en medio de los pobres, en el mundo urbano y en el contexto rural. Las actividades de
extensión social tienen que ponernos en contacto permanente con la gente de carne
hueso, con sus familias, en la escuela, sus organizaciones, sus fiestas y celebraciones.
La universidad tiene que estar en medio de la gente y con la gente, para conocer desde
ahí que se nos pide y exige, para formar parte de ese mundo amplio, plural, diverso y
complejo que se mueve a nuestro alrededor.

Este quiere ser el cometido fundamental de la Ucab independientemente de quien
gobierne el país. La universidad sigue adelante bajo su visión consagrada y compartida
por todos los que aquí hacen vida: ser reconocida como una institución de educación
superior privada de servicio público, líder en la formación integral, comprometida con
la excelencia, la construcción de una sociedad más justa y humana, así como con el
diálogo fe y cultura. Esa es la ruta que marca nuestro Proyecto Formativo Institucional
y el Plan Estratégico 20-20.

Una universidad cuyos estudiantes se capacitan como innovadores desde ya, en el aquí
y ahora, convirtiéndose en sujetos de su propia formación, que entran en contacto con
el mundo globalizado del saber y la cultura y que se comprometen con los grandes
problemas sociales del país.

La Ucab va a cumplir 60 años en 2013 y está más joven que nunca. Hemos crecido en
medio de una historia nacional que ha atravesado dictaduras, crisis económicas,
avances democráticos, crisis políticas… En esa historia nos hemos levantado y hemos
aportado al país. No nos hemos achantado en los momentos de dificultad sino que
más bien hemos sabido ser luz y esperanza en medio de la oscuridad.
La razón de nuestra esperanza

La razón por la que esperamos tanto de la universidad en esta hora del país es porque
en ella la esperanza de nuestros jóvenes se mantiene activa, palpitante, en búsqueda
permanente. Esperanza que se convierte en acicate y exigencia.
En mi condición de rector de la Ucab convivo con más de 14.000 jóvenes venezolanos.
Sólo en el campus de Montalbán hacen vida unos 11.000 jóvenes, en donde más del
50% procede del municipio Libertador. La otra mitad procede de otros municipios de la
Gran Caracas y de otras regiones del país. Aquí en Guayana hacen vida unos 3.000
estudiantes entre pregrado y postgrado.

¿Qué es lo que observo entre ustedes? Veo que quieren futuro y trabajan duro en el
presente para alcanzar eso que buscan, enfrentándose a obstáculos y dificultades,
cuyo principal origen está en las condiciones adversas que atraviesa el país y la
educación universitaria en general. Esta universidad es exigente, no transige con la
mediocridad, quiere formar profesionales excelentes y en eso no rebaja sus
aspiraciones. Exigimos orden y disciplina. Hay quienes se desaniman y abandonan la
marcha, pero les aseguro que son pocos, porque la gran mayoría sigue en su empeño y
la universidad hace lo imposible por acompañarlos en su esfuerzo.

Ustedes constantemente manifiestan su motivación a participar en la vida del país, a
opinar, marchar y protestar si hace falta, son voluntarios en muchas iniciativas de
solidaridad y apoyo en las comunidades. Debaten con pasión los grandes temas de la
vida nacional, dejando ver sus críticas y asomando sus propuestas.

Si algo veo en ustedes es un gran interés por ustedes mismos, por labrarse su futuro,
por capacitarse, por crear nuevas posibilidades. Veo en ustedes un gran interés por el
país y un compromiso importante con él. Por eso no les pega para nada aquella frase

que salió al aire en meses pasados: “me iría demasiado”. Frente a eso, el testimonio de
ustedes mismos expresa con contundencia. Nada de huir, de achantarse, de refugiarse,
de escapar… Todo lo contrario, aquí estamos y aquí seguiremos.

Ustedes son muy críticos y así debe ser. Se quejan de la inseguridad y la padecen,
anhelan la posibilidad de irse a “rumbear” en las noches, poder estar con sus amigos,
desplazarse de un lado a otro, sentirse seguros, percibir que tienen un futuro cierto.
Anhelan menos estridencia política, polarización y división. Que se debata más sobre
crecimiento, inversión, oportunidades de estudio y trabajo, sin que a eso se le
deslegitime llamándolo capitalismo, ideología pequeño burguesa u oposición al cambio
revolucionario.

Por supuesto que también en este mundo globalizado quieren aprovechar las
oportunidades de formación y trabajo que ofrece el contexto internacional. No se
conforman con una mirada aldeana o localista. Esta universidad y, en general, el
sistema de educación universitaria en Venezuela, tiene que facilitar esa vinculación a
través de los mecanismos que existen para tal fin: doble titulación, pasantías,
postgrados complementarios, experiencias de intercambios, competencias
internacionales, etc…

Que nuestros jóvenes hoy sean más cosmopolitas y universales es una ganancia
porque los inserta culturalmente en la diversidad cultural planetaria y los capacita para
aprovechar sus posibilidades. Ese espíritu no está en contradicción con la pertenencia
al país y con el compromiso con él.

Esta es la juventud venezolana. Me siento orgulloso de trabajar para ella. Ustedes
saben que tienen que tienen el gran reto de reinventar el país y no se asustan frente a
ello, al contrario, no se cansan de mostrarnos coraje, valentía, creatividad y
entusiasmo.

Esta juventud es la que nos mueve y conmina a pensar en el futuro, a soñar y buscar
caminos que nos lleven a las metas que nos planteamos.

Hacia el reencuentro nacional

Venezuela padece el mal de la polarización política. Un modo de entender y practicar
la política que amenaza gravemente la democracia en sus más elementales
concepciones. Nuestra polarización se caracteriza por una política de Estado
excluyente y un discurso que desde el poder denigra y desmoraliza al contrario, lo que
a su vez genera entre quienes se sienten rechazados y excluidos una reacción de
defensa, marginación y rechazo.

Avanzar como país requiere vencer la polarización que nos agobia y transitar hacia la
necesaria coexistencia de expresiones políticas diversas. Eso no implica el
ocultamiento de la existencia de profundas contradicciones y diferencias en la
sociedad venezolana. Todo lo contrario, implica asumirlas para superarlas, pero desde
el encuentro y la colaboración, desde el reconocimiento del aporte que todos pueden
hacer.

Para conquistar el futuro mejor que reclaman los venezolanos, es indispensable que se construyan consensos y acuerdos fundamentales para beneficio del conjunto.
Acuerdos que de hecho vienen surgiendo en las voces de la gente común, alrededor de
aspiraciones compartidas de paz y reconocimiento mutuo; en voces que reclaman de
sus líderes un nuevo pacto social que cree oportunidades para todos y asegure la
desaparición de la pobreza y la exclusión, y que demandan que el Estado esté al
servicio del ciudadano y no al revés.

Los resultados electorales del pasado 7 de octubre pusieron de manifiesto
nuevamente que el país está divido en dos mitades casi iguales, y que mientras se
mantenga esta situación no habrá salida a nuestros grandes problemas. Sólo
construyendo una visión compartida de futuro y promoviendo la convivencia
podremos hacer de este país la casa en la que todos cabemos, sintiéndonos parte de
una misma familia, en la que nos respetamos y podemos desarrollar nuestras
potencialidades.

La Compañía de Jesús, en su última Congregación General, nos invitó a tender puentes
en medio de un mundo divido y destrozado. La Ucab como parte de ella asume el reto
de promover el diálogo, el debate y el reencuentro nacional como parte integrante de
nuestro servicio al país. Nuestra lucha por una mejor Venezuela de inclusión, de
tolerancia, de oportunidades sigue hoy, igual que ayer. La Ucab seguirá siendo un sitio
para el debate, la discusión, la formación y el servicio a las comunidades como hemos
sido en los últimos 60 años.

La Conferencia Episcopal Venezolana ha dicho recientemente: “El deseo y la necesidad
de reconciliación implican establecer la convivencia nacional a partir del respeto y
aprecio mutuos, el efectivo reconocimiento del pluralismo político-ideológico, cultural y
religioso y la correspondiente tolerancia hacia los demás. Esa tolerancia o, mejor,
aceptación del ´otro´, en la perspectiva del bien común favorecerá un clima políticosocial
idóneo para el entendimiento mutuo y para superar la agobiante polarización
que padecemos”.

Para alcanzar esos objetivos es necesario promover, entre otros, los siguientes
acuerdos:

1. Fortalecer la cultura democrática y la plena vigencia de la Constitución Nacional, y
hacer del diálogo entre todos los sectores una política de Estado.

2. Trabajar por la superación de la pobreza y la exclusión, haciendo de ello el foco de
las políticas públicas, y promoviendo compromisos de cooperación con el mismo fin,
entre actores no estatales y entre estos y el Estado.

3. Influir en los representantes de los poderes públicos y colaborar con ellos para que
actúen -en sus políticas nacionales e internacionales- como representante de todos los
venezolanos y no sólo de una parcialidad, y para que pongan en vigencia estrategias
para reducir la polarización y fomentar la confianza mutua, es decir, el capital social de
los venezolanos.

4. Elevar los niveles éticos del país y trabajar unidos por erradicar y castigar
ejemplarmente la corrupción. Estimular la honestidad, la rectitud y la cultura de la paz
y la no violencia.

5. Promover las medidas necesarias para darle a los venezolanos un país seguro, en el
que los conflictos se resuelvan por vías pacíficas, y en el cual existan plenas garantías
para la vida, la propiedad y las iniciativas autónomas de los individuos, las familias y las
comunidades.

6. Defender la libertad de expresión y acordar con los medios de comunicación formas
en que contribuyan a la formación de valores cívicos y morales, y a la promoción de
una cultura de paz y convivencia ciudadana.

La pregunta obvia que nos surge es ¿cuáles son las bases reales con las que cuenta la
sociedad venezolana para enrumbarse en la dirección señalada? La respuesta brota de
la disposición de muchos hombres y mujeres de buena de voluntad que quieren vivir
en paz, progresar gracias a su esfuerzo y su trabajo y construir sus exceptivas en
libertad. La gran mayoría del pueblo venezolano está harta de polarización y violencia,
de confrontación y exclusión. Todos queremos la paz.
Pero además de ello contamos con el esfuerzo y el trabajo de muchas personas, grupos
e instituciones que no solamente desean la paz y la convivencia democrática sino que
luchan y trabajan día a día para hacerla realidad en diversos ámbitos de la vida
nacional y en los más intrincados rincones de la vida nacional.

En esta Venezuela violenta, excluyente y conflictiva, el anhelo de paz tiene rostros,
historias de compromiso y mucho trabajo abnegado y silencioso. Son hombres y
mujeres que siembran la semilla de la dignidad, de la justicia, del desarrollo local, en
un ambiente que cobra cada día más víctimas. Es un camino que se hace
aproximándose al caído y olvidado, en diálogo y respeto, apostando por él, tratando de
entender y comprender, enfrentando las causas y creando salidas a los problemas.

Estos hombres y mujeres aman la vida y han vencido el miedo, se han atrevido a luchar
desde la intemperie, se han unidos a otros, trascienden las dificultades de la vida
cotidiana porque creen y esperan. Son constructores de paz, tolerancia, convivencia e
inclusión porque saben unir piezas con habilidad y tenacidad para levantar la obra que
llevan en el corazón, porque es a través de pequeños pasos que van logrando avanzar
y edificar. Y sobre sus obras otros muchos se levantan, crecen, toman entre sus manos
su propia vida y encuentran la senda perdida. Vernos en ese espejo puede
contagiarnos su potencial transformador.

Caracas, 19 de octubre de 2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario